Italia acoge una llegada masiva de inmigrantes. Miles de personas, cada una con una historia de angustia y sufrimiento detrás.
En este centro de acogida de Lampedusa todos son supervivientes de una travesía más propia de otra época. Cada uno ha vivido su propia odisea como estos hermanos gemelos sirios. Proceden de Alepo, allí dejaron a su madre y hermana en 2013 tras pagar a los traficantes en Libia 2800 euros.
“Nos encerraron en un cuarto durante mucho tiempo. Apenas nos daban de comer, una vez al día, un trozo de queso y pan. Era una tortura. Nos insultaban. Cada día podía venir una persona diferente. No teníamos una referencia. Todo el tiempo venía gente nueva y con armas”, señala Eli, uno de los hermanos gemelos.
“Llevábamos 15 horas en el mar cuando el motor comenzó a fallar. Dios nos protegió. Pensamos que íbamos a morir en cualquier momento. Con cada sacudida creíamos que el barco se iba a hundir. Había niños abordo, teníamos mucho miedo y no nos moviámos para protegerlos”, apunta el otro hermano, Mohammed.
El 17 de abril, 194 inmigrantes rescatados llegaron al puerto de Trapani, en Sicilia. El barco danés Maersk Ellen les salvó tras el naufragio de su embarcación en el canal. Originarios del áfrica subsahariana, la mayor parte son de Gambia.
“Nos pasamos tres días en el agua antes de que nos rescataran. El salvamento se fue retrasando. Cuando nos dijeron que iban a venir, estábamos sufriendo en el agua.
Intentamos llamar por teléfono pero ya no teníamos crédito. No había chalecos salvavidas, así que fue muy arriesgado”, señala uno de los inmigrantes rescatados.
Intentamos llamar por teléfono pero ya no teníamos crédito. No había chalecos salvavidas, así que fue muy arriesgado”, señala uno de los inmigrantes rescatados.
“No, yo no tuve miedo porque sabía a lo que me exponía”, apunta otro de sus compañeros. “Si hubiera tenido miedo me habría quedado o me volvería pero tengo fe y sabía que lo conseguiría”.
Asistidos a su llegada al puerto por la Cruz Roja los rescatados siguen en estado de shock. Según la Organización Internacional para las Migraciones la tasa de mortalidad en 2015 es diez veces superior a la del 2014.
“Por este viaje yo pagué casi 900 dinares, unos seiscientos diez euros. Si estoy aquí ese porque quiero aprender, recibir educación y adquirir experiencia”, apunta el joven Omar
Huyeron de sus países en guerra, de la violencia extrema o de la miseria, dejaron familia y amigos y atravesaron un mar peligroso por alcanzar la soñada Europa.
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