La sobre-explotación de los recursos naturales se produce cuando se extraen los organismos o se explota los ecosistemas a un ritmo mayor que el de su regeneración natural. Por lo tanto, son varias las actividades que ocasionan este problema. El mayor impacto de la sobreexplotación es la pérdida de biodiversidad, es decir, la extinción del recurso, lo cual tiene otras consecuencias, tanto ambientales -por ejemplo la interrupción de la redes tróficas- como socioeconómicas, pues se pierde un fuente importante de ingresos y se deteriora la seguridad alimentaría, entre otras secuelas.
Muchos de los fenómenos naturales que han actuado en otros tiempos, lo hacen aún en nuestros días, sumando su efecto transformador al que ejerce el hombre sobre el medio ambiente. La explotación que hace el hombre del medio ambiente adquiere día a día una mayor envergadura. La velocidad con la que consume los recursos naturales supera en la mayoría de los casos la velocidad con que el recurso se regenera, ocasionando un deterioro creciente.
Así, el problema de la sobreexplotación implica dejar de creer que si un recurso está ahí se lo debe aprovechar al máximo para obtener grandes riquezas en el corto plazo, y darnos cuenta que si lo seguimos haciendo como hasta ahora se agotará.